A medida que pasan los años, la demanda de energía aumenta, al igual que las emisiones globales de CO2. Esto ha llevado a la creación de diversas tecnologías y a la búsqueda de nuevas fuentes de energía que puedan reducir este importante aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero al que se enfrenta el mundo en la actualidad. También ha llevado a la creación de acuerdos entre países para poder controlar este grave problema.

Estos acuerdos trazan un límite en la industria de las energías no renovables para las emisiones de CO2, ya que en caso de superar dicho límite, la consecuencia para los seres vivos sería catastrófica. Esto obliga a la industria de los hidrocarburos a buscar otras formas de comercialización de sus productos, para que no sean utilizados como combustible, por ejemplo, lubricantes, asfalto, etc. Sin embargo, estos productos no producen los mismos beneficios que los combustibles, por lo que muchas petroleras apoyan proyectos para eliminar el CO2 de la atmósfera, como la captura y almacenamiento de CO2, y así tener más margen para aumentar su producción de combustible.

Aunque el cambio a las energías renovables y el uso de CSS pueden ser costosos, son métodos necesarios que deben adoptarse para mitigar las emisiones de CO2. La industria de los hidrocarburos necesita indiscutiblemente una revolución energética si no se quiere que los efectos de los gases de efecto invernadero sigan aumentando. El porcentaje de uso de energías renovables está aumentando, pero todavía no es suficiente para observar una disminución significativa del CO2 emitido a la atmósfera.